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LAICOS EN LA VIDA PÚBLICA ¿QUIÉNES SOMOS? Somos una red interdisciplinaria de laicos mexicanos que, preocupados por el dolor de las víctimas de la violencia y la falta de justicia expedita, hemos lanzado un llamado a la acción ciudadana en todo el territorio nacional. Esta red está compuesta por ciudadanos provenientes de diversas áreas de la sociedad civil para contribuir al bien común y al fortalecimiento de la democracia en México. La figura de los laicos ha cobrado un papel fundamental en la misión de transformar el mundo desde dentro, promoviendo la justicia, la paz y el bien común. RED Entrelazados por un mismo objetivo nos proponemos llevar el Evangelio a la sociedad, ordenando las estructuras sociales según el plan divino. 1. Propósitos en Común: La red se forma en torno a objetivos específicos, como la erradicación de la pobreza, la promoción de la educación, la protección del medio ambiente o el fomento de la salud pública, participación ciudadana, defensa de la vida, etc. 2. Estructura: Aunque somos un grupo de ciudadanos, la red tiene una estructura organizada que incluye representación, roles y responsabilidades de líderes, coordinadores de proyectos, y otros miembros activos. 3. Colaboración: Los miembros de la red trabajamos juntos, compartiendo recursos, conocimientos y habilidades. La colaboración es clave para maximizar el impacto de las acciones emprendidas. 4. Comunicación: Se establecen canales de comunicación efectivos para mantener a todos los miembros informados y comprometidos. Esto puede incluir reuniones periódicas, grupos en línea y plataformas de mensajería. 5. Movilización: La red tiene la capacidad de movilizar y sumar ciudadanía, fomentando la participación activa. Esto se logra a través de campañas de sensibilización, eventos y actividades comunitarias.

AFILIACIÓN Es la participación individual o de organizaciones para sumarse a esta gran red para alcanzar objetivos comunes. Nuestra red esta compuesta por profesionales, investigadores, empresas o grupos comunitarios que comparten recursos, conocimientos y experiencias para mejorar la efectividad y alcanzar metas específicas. La red de Laicos en la Vida Pública facilita el intercambio de información, la creación de sinergias y el desarrollo de proyectos o iniciativas conjuntas, lo que puede resultar en beneficios mutuos y de mayor impacto tales como acceso a recursos compartidos, capacitación y la posibilidad de colaborar en iniciativas que de otra manera serían difíciles de llevar a cabo de manera individual. BENEFICIOS DE SER PARTE DE LA RED Fortalecimiento Social Al unir fuerzas, los ciudadanos podemos fortalecer la cohesión social velando por causas inherentes a la justicia social. Acompañamiento El acompañamiento es clave para el desarrollo e impulso de iniciativas sumando a otros a nuestras causas y proyectos con un propósito colaborativo. Empoderamiento y participación Los ciudadanos son empoderados desde la dignidad de ser persona haciéndoles ver que las acciones colectivas pueden generar cambios significativos. Innovación Social La diversidad de ideas y perspectivas en la red puede dar lugar a soluciones innovadoras y creativas para los desafíos sociales. Fortalecer la Cultura Organizacional Promover un ambiente de colaboración positivo e inclusivo que favorezca el bienestar y desarrollo.

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MISIÓN

Formar y motivar a los Laicos conscientes de su vocación para transformar las estructuras sociales, participando en la vida pública. IDENTIDAD Nuestra identidad es incidir desde los valores que brotan del evangelio siendo agentes de cambio en la sociedad, guiados por principios cristianos con un profundo deseo de hacer el bien, inspirando a otros a unirse a su causa.

PRINCIPIOS

1. Dignidad humana 2. Sinodalidad 3. Justicia 4. Amor y Servicio 5. Responsabilidad 6. Empoderamiento de los Marginados 7. Transparencia y Honestidad 8. Diálogo y Escucha 9. Esperanza y Renovación.

LEMA

"Pasa por este mundo haciendo el bien" (Hch 10, 38) San Pedro dio una brevísima definición de Cristo cuando lo presentó a los paganos que estaban en la casa de Cornelio Jesús pasó por este mundo haciendo el bien. REFLEXIÓN Como seguidores de Cristo, debemos pasar por este mundo haciendo el bien; diferentemente seremos parásitos de la sociedad. La frase "Pasa por este mundo haciendo el bien" captura de manera poderosa el llamado esencial de los laicos en la vida pública. Este lema, inspirado en la vida y enseñanzas de Jesús, no es solo una exhortación moral, sino una guía práctica para los cristianos que, desde su vida cotidiana, están llamados a transformar las estructuras sociales, políticas y económicas de acuerdo con los valores del Evangelio. En la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), el bien no es una idea abstracta o un simple acto de bondad esporádica, sino una misión integral que abarca todas las dimensiones de la vida pública: la justicia, la solidaridad, el bien común y la dignidad humana. Este texto profundiza en el significado de este lema, sus implicaciones en el contexto de la vida pública y cómo los laicos, inspirados en la DSI, pueden llevarlo a la práctica de manera coherente y transformadora.

I. Hacer el bien como Misión de los Laicos en la Vida Pública

El lema "Pasa por este mundo haciendo el bien" tiene su raíz en las Escrituras, particularmente en los Hechos de los Apóstoles, donde se dice que Jesús "pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo" (Hch 10,38). Este acto continuo de hacer el bien no fue un mero resultado de la compasión humana, sino una expresión radical del amor de Dios por la humanidad. Los laicos, llamados a ser testigos de Cristo en el mundo, tienen la responsabilidad de llevar esta misma actitud a todas las esferas de la vida pública. La Doctrina Social de la Iglesia insiste en que hacer el bien no es solo una cuestión de actos individuales de caridad, sino de transformar las estructuras sociales que causan injusticia, pobreza y marginación. La caridad política y la caridad social son expresiones de esta misión, donde los laicos deben esforzarse por crear un orden social más justo y fraterno. Así, los laicos no están llamados únicamente a la bondad personal, sino a ser agentes de cambio social, utilizando su influencia en el mundo para promover la paz, la justicia y el bien común.

II. El Bien Común como meta central

Uno de los principios fundamentales de la DSI es el bien común, que se define como "el conjunto de condiciones de la vida social que permiten a las personas, familias y grupos alcanzar más plena y fácilmente su propia perfección" (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 164). En este sentido, hacer el bien en la vida pública no es solo un esfuerzo por mejorar la situación individual de las personas, sino también por asegurar que las estructuras sociales promuevan la dignidad y el bienestar de todos. El bien común exige una participación activa en la política, la economía y la sociedad, buscando siempre que los derechos fundamentales de cada ser humano sean respetados. Esto implica que los laicos deben ser críticos con aquellas políticas y sistemas que generan exclusión, desigualdad o violencia. El hacer el bien en la vida pública es, por lo tanto, una tarea de vigilancia ética, donde los laicos deben ser la voz de los que no tienen voz y trabajar por una sociedad más justa.

III. “Solidaridad y Subsidiariedad”

Caminos para hacer el bien Dentro de la Doctrina Social de la Iglesia, el principio de solidaridad es un llamado urgente a actuar en favor de los demás, especialmente de los más vulnerables. El lema "Pasa por este mundo haciendo el bien" se manifiesta de manera concreta cuando los laicos asumen su responsabilidad de vivir la solidaridad, entendida no solo como empatía, sino como una decisión activa de participar en la vida de los otros, promoviendo su bienestar. La subsidiariedad es otro principio clave que complementa la acción solidaria. Según este principio, las decisiones deben tomarse en el nivel más cercano posible a los afectados, respetando su autonomía y fortaleciendo sus capacidades. Hacer el bien en la vida pública no implica actuar de manera paternalista, sino empoderar a las personas y las comunidades para que puedan ser protagonistas de su propio desarrollo. Los laicos, en este sentido, están llamados a promover políticas y estructuras que fortalezcan a las familias, las organizaciones sociales y las comunidades locales, fomentando la participación activa de todos en la construcción del bien común.

IV. Coherencia y testimonio en la Vida Pública

El lema "Pasa por este mundo haciendo el bien" requiere que los laicos mantengan una coherencia entre su fe y su vida pública. La Doctrina Social de la Iglesia subraya que la vida cristiana no puede estar dividida entre lo espiritual y lo temporal; más bien, los laicos deben ser testigos del Evangelio en todas las áreas de la vida, incluyendo el ámbito político, económico y social. Esta coherencia se refleja en la honestidad, transparencia y justicia con que los laicos actúan en sus roles públicos. El compromiso cristiano en la vida pública implica una lucha constante contra la corrupción, el abuso de poder y la indiferencia ante el sufrimiento de los demás. Los laicos deben ser un modelo de servicio desinteresado, buscando siempre el bien de la comunidad y no el interés personal o partidista. Además, los laicos están llamados a ser constructores de paz. En un mundo a menudo marcado por el conflicto y la división, hacer el bien implica promover la reconciliación, el diálogo y la no violencia. El hacer el bien no es solo una acción individual, sino una contribución al bien de todos, especialmente en contextos donde la injusticia y la violencia parecen prevalecer.

V. Oportunidades de hacer el bien

A pesar de la claridad del llamado a "pasar por este mundo haciendo el bien", los laicos enfrentan varios desafíos. La secularización y el relativismo ético pueden dificultar el testimonio cristiano en la vida pública, mientras que el individualismo y la apatía social pueden generar una cultura de indiferencia. En este contexto, los laicos deben mantenerse firmes en su convicción de que el bien común es alcanzable y necesario, y que su participación activa es clave para lograrlo. No obstante, este llamado también presenta grandes oportunidades. En un mundo globalizado, los laicos tienen más herramientas que nunca para influir positivamente en la sociedad. Las redes sociales, las organizaciones no gubernamentales y los movimientos de base son plataformas donde los laicos pueden ejercer su liderazgo y promover cambios reales y duraderos. El lema "Pasa por este mundo haciendo el bien" es una invitación profunda y desafiante para los laicos en la vida pública. Implica no solo un compromiso personal con la bondad, sino una misión de transformar las estructuras sociales de acuerdo con los valores del Evangelio. Desde el compromiso con el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad, los laicos están llamados a ser agentes de cambio en un mundo que necesita desesperadamente de justicia, paz y esperanza. En última instancia, los laicos son, según la Doctrina Social de la Iglesia, constructores del Reino de Dios en la tierra. Su tarea es monumental, pero también profundamente esperanzadora: transformar el mundo, no con grandes discursos o ambiciones de poder, sino con actos sencillos y constantes de hacer el bien, siguiendo el ejemplo de Cristo, que vino "no para ser servido, sino para servir" (Mt 20,28).

“Laicos en la vida Pública”

En términos generales, la Iglesia define a los laicos como todos aquellos fieles cristianos que no han recibido el sacramento del Orden (sacerdocio) y que, por lo tanto, no ejercen el ministerio pastoral. Sin embargo, el Concilio Vaticano II, en el documento Lumen Gentium, señala que los laicos tienen una misión particular: la transformación de las realidades temporales de acuerdo con el plan de Dios. Esto significa que no están llamados simplemente a "ser buenos cristianos" en su vida privada, sino a ser agentes de cambio en la sociedad, promoviendo el Evangelio en todos los aspectos de la vida pública. Los laicos son "sal de la tierra y luz del mundo" (Mt 5, 13-14). Están llamados a iluminar las estructuras sociales, políticas y económicas con los principios del Evangelio, actuando como testigos y promotores del bien común.

I. El rol de los laicos en la vida pública

El concepto de "vida pública" incluye todas aquellas áreas de la sociedad que no se limitan al ámbito privado, como la política, la economía, la cultura, la educación y los medios de comunicación. Los laicos tienen un papel crucial en estas esferas, ya que, según la Doctrina Social de la Iglesia, el bien común no es solo responsabilidad del gobierno o de las instituciones, sino de todos los ciudadanos. Uno de los principios fundamentales de la DSI que guía la acción de los laicos en la vida pública es el principio de subsidiariedad, que sostiene que las decisiones deben ser tomadas en el nivel más cercano a las personas afectadas. En este contexto, los laicos están llamados a asumir responsabilidades en sus comunidades, promoviendo iniciativas que respondan a las necesidades reales de las personas. La solidaridad es otro principio clave que guía la acción de los laicos. La Doctrina Social de la Iglesia enseña que los laicos deben actuar con un sentido profundo de fraternidad, buscando siempre el bienestar de los más vulnerables y promoviendo la justicia social. Esto implica que su acción en la vida pública debe estar dirigida a erradicar las desigualdades, proteger los derechos humanos y promover la paz. II. Los laicos y la política Uno de los ámbitos más desafiantes y, al mismo tiempo, más necesarios para los laicos es el compromiso político. La política, entendida como el arte de gobernar para el bien común, es un espacio donde los laicos pueden ejercer una influencia significativa. Según la Doctrina Social de la Iglesia, la política no es solo un espacio de poder, sino una vocación de servicio. Los laicos deben, por tanto, involucrarse activamente en la vida política, ya sea a través del voto, de la participación en partidos políticos o como líderes en sus comunidades. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia subraya que la política, cuando se ejerce desde una perspectiva cristiana, debe estar al servicio de la dignidad humana y la justicia social. Esto significa que los laicos en la vida pública deben estar dispuestos a denunciar las injusticias, la corrupción y la violencia, al mismo tiempo que promueven políticas que favorezcan la solidaridad, la equidad y el respeto por la vida en todas sus etapas.

III. La espiritualidad de los laicos en la vida pública

Finalmente, la Doctrina Social de la Iglesia subraya que los laicos no deben actuar solo como "ciudadanos responsables", sino como cristianos comprometidos. Esto significa que su acción en la vida pública debe estar fundamentada en una profunda vida de fe y oración. La espiritualidad del laico en la vida pública se basa en la capacidad de discernir la voluntad de Dios en las realidades temporales, buscando siempre la transformación de la sociedad según los valores del Reino de Dios. El Concilio Vaticano II, en Gaudium et Spes, hace un llamado a los laicos a ser testigos del Evangelio en todas las circunstancias, señalando que el compromiso en la vida pública no puede separarse de la fe. Este compromiso implica, además, un profundo amor por la justicia y la verdad, que se manifiesta en el deseo de construir una sociedad más humana, donde prevalezcan la dignidad y los derechos de cada persona. Los laicos en la vida pública, según la Doctrina Social de la Iglesia, son agentes de cambio llamados a transformar las realidades sociales, políticas y económicas en consonancia con el Evangelio. Su misión no se limita a la participación en actividades religiosas, sino que se extiende a todos los aspectos de la vida social. A través de su compromiso en la vida pública, los laicos son una fuerza vital para la construcción de una sociedad más justa, fraterna y solidaria, donde el bien común y la dignidad humana sean siempre la prioridad. En definitiva, los laicos están llamados a ser luz y sal en el mundo, ejerciendo su ciudadanía desde la fe y el amor, para que las estructuras del mundo reflejen cada vez más los valores del Reino de Dios.

II. Los desafíos de los laicos en la vida pública

A pesar de la claridad de su misión, los laicos enfrentan numerosos desafíos en su acción dentro de la vida pública. Uno de los principales obstáculos es la secularización, un fenómeno que tiende a excluir la dimensión religiosa del ámbito público, relegando la fe a lo privado. Esto puede generar una tensión para los laicos que buscan vivir coherentemente su fe en un ambiente que a menudo es hostil o indiferente a los valores cristianos. Otro desafío importante es la tentación del poder. Como señala la Doctrina Social de la Iglesia, el poder debe estar al servicio del bien común, pero en muchas ocasiones el poder se convierte en un fin en sí mismo, lo que puede llevar a los laicos a comprometer sus principios y valores. En este sentido, los laicos están llamados a actuar con coherencia ética, recordando que su participación en la vida pública debe estar siempre guiada por el amor a Dios y al prójimo. Además, los laicos deben enfrentar la dificultad de la indiferencia social y la apatía política. En muchas sociedades, el desinterés por los asuntos públicos ha llevado a una crisis de participación ciudadana, lo que hace aún más urgente el llamado de la Iglesia a los laicos a ser agentes activos de cambio.